Por: Rógerl Rumrrill
Desde hace meses alertábamos de que las operaciones de la petrolera estadounidense Hunt Oil provocarían impactos en cadena en el orden ambiental, social, económico y cultural en las áreas de amortiguamiento de los parques nacionales del Manu, Bahuaja-Sonene, en la Reserva Nacional Tambopata Candamo y en el ámbito de la reserva comunal Amarakaire.Las operaciones sólo han empezado hace dos meses y los daños están a la vista. Sólo hay que imaginar el efecto devastador de las actividades de la petrolera texana, que tiene un lote de 1 millón 500 mil hectáreas en la zona de mayor diversidad del planeta, cuando construya toda la infraestructura que figura en su plan de trabajo: 18 líneas sísmicas, 166 helipuertos, 1,948 zonas de descarga, 166 campamentos volantes, 1 campamento base de logística y una sub base en Quincemil.A la fecha, la empresa que llegó al Perú por gestiones de Pedro Pablo Kuczynski de acuerdo al libro La República Lobbysta de Manuel Dammert, ha construido un sólo helipuerto en Salvación, capital de la provincia del Manu. Pero el ruido infernal que producen los cuatro helicópteros que operan en este helipuerto han provocado una estampida en la fauna silvestre y naturalmente molestias en la población.Hugo Cabieses Cubas, el destacado y conocido economista que coordina en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional del Manu un proyecto de desarrollo sustentable, señala que los impactos, además de ambientales, tienen que ver con el alza de los precios especialmente alimenticios, la fuga de los hombres del campo para engancharse como obreros en las actividades de exploración, la caída del negocio turístico y el estallido de los servicios que han sido colmados por la demanda.La petrolera de Ray L. Hunt que entre sus lobbystas tiene, se afirma, a Donald Rumsfeld, el halcón que lideró la invasión de Irak, está reclutando 600 trabajadores y ha llenado de ilusiones a las autoridades locales que se han puesto de rodillas ante su poder. “Pero toda esta dinámica comercial y laboral es flor de un día”, dice Cabieses.Flor de un día. Como ocurrió en toda la Amazonía en el ciclo petrolero de los setentas del siglo XX que produjo un cataclismo ambiental, social y cultural. Sobre todo social como ahora ocurre en toda el área de operaciones de la Hunt Oil donde la empresa ha fraccionado y roto todo el precario tejido social e institucional con su influencia.Sólo los pueblos indígenas amazónicos de Madre de Dios, reunidos en la Comunidad de Diamante, están evaluando qué medidas tomar para frenar la destrucción de nuestro mayor capital genético.Aunque saben que mañana, el presidente García los calificará de primitivos, salvajes, enemigos del desarrollo y la modernidad por defender la naturaleza y la vida.
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