jueves, 20 de agosto de 2009
EE. UU. IMPONE BASES MILITARES EN AMERICA LATINA Y PROMUEVE GOLPES DE ESTADO
Como si faltara algo que confirme la participación de Estados Unidos en el golpe militar de Honduras, recientemente se dio a conocer que el avión que llevaba secuestrado al presidente Manuel Zelaya la noche del golpe pasó por la base militar norteamericana en Honduras. Sería ingenuo creer que las Fuerzas Armadas norteamericanas “no estuvieron involucradas en el vuelo que llevó al presidente Zelaya a Costa Rica”, como dijo el vocero del Comando Sur del Pentágono, Robert Appin. A pesar de las declaraciones que niegan el conocimiento de este hecho por parte de las autoridades de la base norteamericana de Palmerolas en territorio hondureño, la participación de EE.UU. en el golpe de Honduras es un hecho comprobado Así lo demuestran las “conversaciones” previas al derrocamiento de Zelaya, donde participaron el embajador de EE.UU., Hugo Llorens, la Iglesia y los representantes de los empresarios. EE.UU. mantiene aún hoy a su embajador en Honduras como una pieza clave de las negociaciones con los golpistas. Incluso, el gobierno de Obama reconoció que Thomas Shannon (subsecretario de Estado para América Latina) también había estado en Honduras durante los días previos al golpe. La base militar norteamericana de Palmerolas, instalada en 1981 por el entonces embajador en Honduras John Negroponte para preparar la ofensiva contra la revolución nicaragüense y el gobierno sandinista, es utilizada nuevamente por EE.UU. para intervenir directamente en la vida política de la región. Esta base fue el escenario elegido por Negroponte, en los días previos al golpe, para reunirse con varios de sus principales responsables, entre ellos el Jefe del Ejercito hondureño y Billy Joya ex torturador y actual asesor del gobierno de Micheletti. Hoy la base es parte del Comando Sur norteamericano, controlado directamente por el Pentágono. Esta nueva confirmación sobre la participación de EE.UU., usando descaradamente su base en Honduras, no hace más que confirmar los objetivos estratégicos que se ocultan tras la reciente decisión del gobierno de Obama de instalar nuevas bases militares en Colombia. Frente a esta clara injerencia imperialista, los gobiernos de la región han respondido con tímidos discursos. La UNASUR, encabezada por Lula, y junto con Cristina Kirchner han salido, no a denunciar e imponer una condena a la presencia norteamericana en Colombia sino a moderar a los otros gobiernos, calmar los ánimos y seguir negociando. Mientras Zelaya recorre el continente, recolectando apoyos testimoniales, al interior de Honduras, se multiplican las denuncias de represión, persecuciones y desapariciones. El régimen golpista de Micheletti, sostenido por el gobierno de EE.UU., ha ganado tiempo y se ha fortalecido gracias a las negociaciones promovidas por EE.UU. y apoyadas por todos los gobiernos de la región. Hoy, a casi dos meses del golpe, se encuentra consolidado y recrudece la represión contra los trabajadores, los campesinos, las mujeres y la juventud que se moviliza en Honduras.
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